Nuestro primer post es para rendir tributo a la pinotea que, además de ser un tradicional piso en las viejas casas y otras construcciones de fines del siglo XIX y principios del XX, también integra parte de los techos con alfajias, tirantes y tirantillos.
Pero, ¿de donde salió esta madera tan noble que, con más de cien años de antigüedad, aún continúa brindándonos confort?.
El término “Pinotea”, se origina en la forma que los indios del sudeste
Norteamericano denominaban a algunas especies de pino debido al alto
contenido de resina de sus maderas y que se utilizaban, entre muchas
otras aplicaciones, para la elaboración de antorchas (“pine-tea” o
“pino-antorcha”). En este grupo de pinos encontramos cuatro especies dominantes: Pinus
elliottii (Slash pine); Pinus taeda (Loblolly pine), Pinus echinata
(Shortleaf pine) y Pinus palustris (Longleaf pine), a esta última
familia pertenece el Heart pine (Pino del corazón), al que localmente
llamamos Pinotea.
La madera pinotea que conocemos comienza en los bosques vírgenes del
sudeste de los Estados Unidos, éstos se extendían a lo largo de la costa
atlántica desde Virginia hasta Texas y se internaban en el territorio
hasta los 250 km, cubriendo una superficie de más de 500.000 km2. Muchos
de éstos árboles superaban los 50 metros de alto y su edad se
encontraba entre los 150 y 400 años.
Debido a su belleza y a su enorme fuerza estructural, la Pinotea
desempeñó un papel importante en el desarrollo de la Construcción
durante la Revolución Industrial. Se la utilizó extensivamente para la
construcción de viviendas, fábricas, edificios en las ciudades, y
fabricación de muebles. La escasez de madera en Europa y el crecimiento
explosivo de la demanda para abastecer el desarrollo de la Industria y
las Ciudades, motivo que grandes cantidades de Pinotea se exportaran a
Europa y el resto de América. A mediados del siglo XIX los grandes
bosques de Pinotea se habían reducido a sólo el 3% de su superficie
original y todos sus árboles habían sido procesados para abastecer la
demanda aún creciente.
Hoy
en día, el pino del corazón es tan raro como un
tesoro hundido, con menos de 10.000 hectáreas protegidas del original de
los bosques primarios del pino de Longleaf restantes. Es venerados por su rica historia tanto como por su belleza y durabilidad. Lamentablemente,
la tala de esos grandes bosques a finales de 1800 acabó, prácticamente, con esta especie. El
único lugar para encontrar los últimos vestigios de esta madera es recuperándola de edificios antiguos o en los troncos que se encuentran bajo el agua, tras hundirse en los ríos del sur estadounidense cuando, en el siglo XIX, eran trasladados flotando a los
aserraderos cercanos.
El piso en cuestión, fotografiado en mi casa. Más que piso... historia!!
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